¿Mono o poli?

La monogamia (del griego mónos, ‘uno’, y gamos, ‘unión’), en el mundo animal, se refiere a la relación de la pareja que mantiene un vínculo sexual exclusivo durante el período de reproducción y crianza (de las crías). En los humanos, la monogamia es un modelo de relaciones afectivo-sexuales basado en un ideal de exclusividad sexual por un periodo de tiempo indefinido entre dos personas unidas por un vínculo sancionado por el matrimonio. Se considera engaño cualquier otra relación sexual o romántica fuera del vínculo de la preja.

Una relación abierta, sin embargo, es la unión libre de dos personas, donde ambas partes acuerdan tener permiso para practicar relaciones sexuales fuera de la pareja sin considerar este hecho como una infidelidad.

El objetivo de las relaciones de pareja -para que sean sanas y enriquecedoras- es crecer dentro de la relación. Cada uno debemos diseñar nuestro propio modelo y para encontrar una pareja, lo primero que debemos saber es qué estamos buscando, qué tipo de mujer u hombre, con qué cualidades, gustos, etc.

La monogamia en pareja es una decisión que tiene que surgir de uno mismo y no puede estar impuesta desde el exterior. Lo que está claro es que iniciar una relación de pareja abierta implica que ambas personas estén de acuerdo y negocien cómo quieren llevarla a cabo.

Es cierto que la monogamia es lo «normal» o lo regular (lo que venimos practicando la mayoría de la gente desde hace mucho tiempo), pero no es lo natural. Es una norma que solemos trasladar a nuestra vida como si fuera lo adecuado, pero te has preguntado alguna vez: ¿Y si no lo fuera? ¿Qué pasaría si nos lanzamos a cambiar mono por poli? ¿Mejorarían las relaciones? ¿Bajarían los elevados índices de infidelidad dentro de la pareja?

Lo normal no debe ser la norma, de hecho, la dificultad radica en que no es aceptado y en el miedo que infunde: se teme perder la pareja. Es inevitable que surjan nuevas preguntas: ¿Y si el otro o la otra es mejor que yo o le llena más? ¿Y si me deja? …

Culturalmente no se aceptan las relaciones abiertas básicamente porque, al igual que nos cuesta cambiar nuestras propias actitudes, nos cuesta que el resto se salga de la norma porque nos lleva a replantearnos nuestros propios límites. Por otro lado, nuestra cultura y sociedad nos han enseñado patrones educacionales que hemos recibido de generación en generación, patrones que no están basados en la búsqueda de la libertad y placer del individuo, sino más bien en lo contrario. Es por ello que la mayoría de gente ve negativo a las personas y prácticas que van más allá de los límites establecidos, «normales», comunes y corrientes de la sociedad.

Para terminar, tanto la monogamia como la poligamia son opciones a elegir con diferentes parejas o fases de una misma relación. La una no es mejor que la otra; son diferentes y adaptables al tipo de relación que se desee construir. Lo importante de esta decisión es que cada miembro de la pareja comunique lo que anhela, lo que le haría feliz y también que se conozcan de antemano los límites: si se dará un «contrato» de exclusividad sexual o no.

Cualquiera que sea la decisión, se debe actuar según los acuerdos establecidos y bajo los principios de amor, aceptación y respeto.

Marvin Miranda (Módulo III, tarde. Primer cuatrimestre)

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